Es fácil catalogar Murder Death Koreatown como una más del montón o un desperdicio de tiempo si no se le ve con los ojos apropiados. El formato de falso documental que maneja causa rechazo a ciertos sectores, y no es para menos, con la gran cantidad de películas que existen siguiendo la misma fórmula, es difícil aventurarse a ver una más. El problema crece si se espera un filme convencional donde se llegue a una resolución, que haya una evolución significativa en la trama, personajes empáticos y que los diálogos no sean balbuceos desesperados... No, aquí el objetivo es distinto, e incluso más terrorífico si se reflexiona.
La trama va sobre un hombre desempleado que vive con su novia y ve desde su ventana cómo arrestan a una mujer que recién asesinó a su esposo, a partir de ahí, emplea su tiempo para aclarar inconsistencias que encuentra alrededor del crimen e investigar más sobre los motivos detrás de éste. Varios tropiezos complican la indagación, incluido la desaprobación de su pareja para continuar con ello y mejor buscar un trabajo, es aquí donde su persistencia se transforma en una obsesión por descifrar la verdad, orillándolo a buscar patrones y conexiones a como dé lugar.
Ahí radica el meollo de Murder Death Koreatown, ese momento donde necesitamos una meta para seguir adelante, pero los escollos de la vida nos lo impiden, ese momento donde si no nos asimos a algo, creemos que nada tiene sentido. El protagonista se aferra a la investigación con tanta vehemencia que termina buscando respuestas en sitios inverosímiles. Es este estado el más peligroso de cualquiera de nosotros, pues muestra cuánto podemos convencernos de que hay un solo camino, y causar que nuestra brújula pierda el norte, descendiendo tan lentamente hacia la paranoia que ni nos percatamos.
El punto débil de la película (esto sin contar el tosco manejo de la cámara, que se justifica porque la persona que graba es un aficionado) que quizás hubiera facilitado que más personas captaran el mensaje con facilidad, fue no dedicar unos diálogos extra a la crisis del protagonista, porque cuando empiezan las conexiones desesperadas entre diversos eventos, es sencillo verlas como una ridiculez que demeritan la trama en lugar de mejorarla.
Lo que ha levantado críticas contra Murder Death Koreatown y sobre lo apropiado de su trabajo, es que se basa en un asesinato ocurrido en 2017, y utiliza entrevistas a gente real pero planteándolas como un escenario alterno. Aunado a esto el hecho de que no hay créditos finales y no hay director, guionista, editor, etcétera, realza el aire de misterio que circula en torno a ella.
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