Cuando se escucha el nombre M. Night Shyamalan al frente de una película se piensa en el giro que tendrá la historia (esa vuelta de tuerca que caracterizó a Sexto sentido, Fragmentado, El protegido, la aldea, entre otras), causando que el público se centre en esperar ese instante en que se revelará un gran secreto, desviando su atención de los mensajes más profundos que el director pone a menudo en sus obras. Estos cambios no siempre le funcionan y tienden a molestar ante la expectativa creada. Hay que decir que acá el único culpable es el mismo Shyamalan, por convertir esto en su sello narrativo.
Old peca de lo mismo.
La película trata sobre una familia que llega a vacacionar a un hotel y es recibida con todos los lujos posibles, al grado que el gerente los invita a pasar un día en una playa privada, reservada para clientes especiales. Ahí se desatarán los eventos que llevarán a los personajes al límite.
La historia maneja una metáfora que nos coloca en el ojo del huracán, pues muestra cómo la rapidez con que se mueve el mundo daña nuestra psique en diferentes formas, siendo incapaces de digerir tanto cambio, lo cual se acentúa con los diálogos de los protagonistas. Esto conforma la mayor parte del metraje y se mueve en el territorio de lo Weird (o lo raro si se quiere traducir al español), una vertiente donde se emplean elementos desconocidos e inexplicables como vehículo para explorar la naturaleza del ser humano. A pesar de que hay pseudo-explicaciones que tratan de justificar lo inverosímil, se respira el misterio y se mantiene latente.
Cuando se presenta el esperado giro, se desvanece el ambiente desconocido y nos presentan otra metáfora, la cual aunque choca con el estilo del primer planteamiento, es aceptable y consigue encajar con la dinámica previa. Lo malo sucede después, cuando el guión de Shyamalan se atemoriza de abrazar esta visión realista y cruel para moverse hacia el típico discurso hollywoodense, aplastando el mensaje, prescindiendo de la opresiva atmósfera para presentar algo más convencional, derrumbando las expectativas y despertando desprecio en quienes esperaban algo distinto.
A pesar de esto, el filme vale la pena. Muestra cómo en estas épocas aceleradas donde cuesta trabajo mantener el ritmo, los vínculos son relevantes para navegar estas aguas tan veloces que nos arrastran de un lado para otro y no perder la cordura en el camino.
Basada en la nóvela gráfica Sandcastle, Old es una obra que merece más reconocimiento, que merece ver más allá de las reseñas que ha recibido para zambullirse en su exposición de nuestros vertiginosos tiempos.
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