El terror cósmico en cómic, novela gráfica o manga, se tiende a asociar con dibujar la criatura más grotesca que se pueda imaginar (gravitando hacia un impacto visual), en vez de tomar parte de la esencia del género, que consiste en mostrar la insignificancia del ser humano ante lo que no alcanza a comprender.
Blame! es catalogado como terror por las combinaciones abominables de carne y tecnología que aparecen a menudo en sus páginas y que recuerdan a la estética de H.R. Giger. Pero lo que pasa de largo es el ángulo de terror cósmico que tiñe esta obra desde el inicio y lo aompaña hasta el final, camuflajeándose bajo una atmósfera que oprime no por sus espacios cerrados, sino por sus espacios abiertos.
El manga puede leerse, si uno se centra en los casi inexistentes diálogos, en cuatro horas a lo mucho. Pero si se aborda prestando atención a cada viñeta, aunque esta carezca de letras, la escasa comunicación entre los personajes y la pequeñez del protagonista ante los vertiginosos e imponentes escenarios que recorre, crean una sensación de vacío que se incrementa conforme más se avanza. Las desmesuradas construcciones tienen una perspectiva que sólo alguien con estudios en arquitectura como Tsutomu Nihei, el autor y dibujante, podría realizar. Y es que las imágenes más grandes son capaces de absorber la mirada si se estudian lo suficiente sus proyecciones, que a veces van aderezadas con una óptica que recuerda las visiones imposibles de M.C. Escher.
Este interminable recorrido a través de las ciclópeas construcciones que se componen de interminables niveles, en principio incapaces de comunicarse entre sí, generan un infinito opresor que junto a un tiempo que se dilata y comprime como si nada a través de varias décadas (y tal vez siglos), deja pensando sobre cómo Killy, el protagonista, ocupa un lugar tan ínfimo en un complejo universo donde busca hacer una diferencia con su misión asignada.
Y es que esta misión es tan simple como buscar un ser humano con genes que le permitan conectarse a la red, para lo cual no parará de buscar y atravesar diferentes niveles con tal de encontrarlo. Para ello, se vale de una pistola de gravitones, capaz de destruir todo lo que encuentre a su paso hasta por setenta kilómetros. Killy se topará humanos viviendo en estado tribal, criaturas de silicón, los salvaguardas y la gerencia, facciones que lo ayudarán o le impedirán el paso para continuar su sempiterna búsqueda. Al ser Killy alguien que habla en contadas ocasiones, y con quien la única conexión que tenemos son sus expresiones faciales, nos encontramos ante un protagonista silencioso que adquirirá el matiz que nosotros llevemos con la historia.
Blame! cuenta con una película producida por Netflix, que se puede posicionar dentro de la historia del manga como un capítulo más de éste, una mini secuela de 16 páginas llamada Blame² y la precuela NOiSE, que es fumdamental para entender el pasado de este mundo. Si algo hay que aclarar, es que este manga, más que ser una historia detallada, es una experiencia, pues mucho del folclor que construye el mundo se haya en lo visual y comentarios sutiles, dejando mucho a la interpretación.
La obra es muy recomendada para quienes deseen experimentar algo diferente en la narrativa manga, así como un modo de transmitir el terror cósmico mediante dibujos. Si se desea conseguir en físico, se sugiere buscar la Master Edition, ya que cuenta con una impresión más grande que permite sumergirse en las hercúleas construcciones que Tsutomo Nihei dibujó.