¿Cuán horrorífica puede ser la separación de una ser amado? ¿Cuánto se exacerban estos horrores cuando se trata de un matrimonio... y hay un hijo involucrado? Posession inicia como un drama sobre una deteriorada pareja, pero no tarda mucho en introducir variables que la mueven hacia un terreno filosófico y surrealista, donde el relativismo de los personajes respecto al bien y el mal será el motor que dé tanto de qué discutir en torno a esta historia.
Sin complicarse mucho, la película es una representación de la desintegración marital de Anna (Isabelle Adjani) y Mark (Sam Neill), así como de los efectos que sus conductas tienen en su hijo y sus allegados. Esta narrativa fue para el director Andrzej Zulawski una especie de catarsis para el proceso de divorcio que vivió, y se nota al inicio cuando cada personaje pasa por diferentes etapas de aversión, indiferencia, violencia y deseos de arreglar los problemas. Pero si Possession se limitara a esto, sería un drama más de catálogo con tendencias artísticas... No, aquí lo irreal invade el mundo cotidiano.
Las deidades antediluvianas de Lovecraft funcionaban como simbolismos para mostrar las conductas humanas y una filosofía respecto al conocimiento, la verdad y las ambiciones. Aquí hay algo similar en la entidad de origen desconocido llamada simplemente la Criatura, que causa diversas reacciones cuando se entra en contacto con ella. Este ser es el engranaje mayor que ha dado a Possession tantas interpretaciones, usándolo como algo divino, monstruoso o conceptual, el juguete favorito de quien quiera orientar los pormenores de la historia hacia algo religioso, sobrenatural o psicológico.
Entre escenas que saltan por períodos muy irregulares de tiempo (un día, horas, semanas), el comportamiento "poseído" y exagerado de los personajes por momentos, los diálogos con carga filosófica sobre el concepto de fe y oportunidad (orden y caos, un factor que será determinante para el final), y la ya mencionada Criatura, hace de esta película una obra en la que no debe haber vergüenza por pausar la reproducción y digerir lo sucedido.
Possession no es una película fácil de abrazar, pero su cinematografía, las actuaciones peculiares y lo visceral de lo que sucede, tienen la fuerza suficiente para sostenerla y apreciarla como la joya perdida del terror europeo que es. Una historia que da mucho para discutir y que sale de los estándares del género, combinando elementos de terror cósmico con la oscuridad que puede albergar el ser humano.
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