En el siglo XIX, cuando el adulto trabajador de la era industrial vio en el niño a un ser humano que jugaba y estaba libre de "preocupaciones" (éstas en el criterio adulto, trabajar diario, pagar cuentas, etcétera), se asoció la imagen de la niñez con la felicidad. El terror adoptó el tema y desde entonces se ha encargado de desbaratar esta visión e hiperbolizar el comportamiento infantil, demostrando que en la felicidad absoluta e incuestionable con que se les suele definir, hay resquicios de maldad, preocupación, dudas, impulsos violentos y una inocencia que puede desestabilizar la imagen angelical que les damos por empeñarnos en encajarlos en ese molde decimonónico.
Antlers aborda esto y le agrega una serie de cuestionamientos que ponen al protagonista en una situación precaria, ¿hasta donde te aislarías del mundo por la persona que amas?, ¿puedes distinguir el momento en el que la esperanza deja de apoyarse en lo racional?, ¿cuánto daño permitirías a otros con tal de conservar tu infierno paliativo y evitar la realidad?, ¿qué se necesita para ayudar al que está en problemas y no mirar en una dirección distinta para ignorarlo?
Estas preguntas orbitan en torno a Lucas, un niño con una estatura y una complexión más pequeña de lo esperado para su edad y que, con su carácter retraído y sus retorcidos dibujos de trazos caóticos, lo hacen presa del acoso escolar por parte de sus compañeros. Julia, una maestra recién llegada que relaciona los problemas de su infancia con los de su alumno, indaga por varios medios sobre la raíz de esa conducta anormal e infeliz, descubriendo que detrás de la casa abandonada, ajada y oscura que Lucas habita, emanan unos gruñidos que no proceden de una garganta humana.
El conflicto entre lo ciudadano y lo rural que caracteriza al terror folk es mezclado con una tendencia más gótica, donde el pasado de Julia regresa para atormentarla y revelarse bajo una carátula diferente, convirtiéndose en el motor que empuja los eventos. La presencia de lo desconocido, de enfrentar una fuerza que duerme más allá de las ciudades y habita en rincones donde el humano civilizado no suele explorar, está presente y es la base que desata todo.
El ritmo con que avanza la historia recuerda a las películas ochenteras, tomando su
tiempo para revelar el misterio, con vistazos rápidos al pasado que nos dan el trasfondo de los personajes, desenmascarando al monstruo poco a poco, permitiendo que uno se familiarice primero con la dinámica del poblado y los personajes antes que entrar de lleno al conflicto (eso sin contar que tenemos a una heroína dispuesta a superar
sus traumas, ayudar a otros y luchar contra la adversidad, reminiscencia igual del cine de los 80s)
Producida por Guillermo del Toro y basada en la historia The quiet boy de Nick Antosca (ya con experiencia en otras series de terror como Channel zero, The act y Hannibal), Antlers es una película con colores deslavados y grises que apagan toda alegría en sus personajes, y que muestra cómo los mitos toman forma en la realidad.
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