El arquetipo del vampiro no se limita a que éste succione sangre de su víctima, sino la energía vital, y ésta puede ser igual la energía física o mental de una persona. Visto así, casi todos hemos sido el vampiro de alguien en nuestra vida, o sido vampirizados por otros. Con esto se amplia el espectro de análisis de este monstruo clásico y permite estudiarlo desde ángulos más humanos, como es el caso de Shiki.
Y es que cuando uno ve los adelantos o imágenes publicitarias del ánime es fácil pensar que la historia trata sobre vampiros atacando una aldea, e imaginar por costumbre que hay un cazador al más puro estilo Van Helsing capitaneando la defensa del lugar. Pero no es así, la serie es de una construcción lenta que presenta características humanas de los habitantes antes de ser transformados en criaturas de la noche y arrastrar los problemas psicológicos que ya tenían en vida, añadiendo a su rutina nocturna la cacería de quienes antes eran sus vecinos; las diversas personalidades de los convertidos irán desde quienes toman como un privilegio su metamorfosis, hasta quienes consideran una maldición sucumbir ante su nueva naturaleza y posición en la cadena alimenticia.
Haciendo uso de esas posturas, y de las de los humanos que presencian cómo una supuesta epidemia está matando a todos, la serie aborda planteamientos filosóficos sobre la vida, la humanidad y la muerte, mostrando cómo cuando nos encontramos en presencia de lo desconocido, nos aferramos a un racionalismo incapaz de explicar todo, tenemos miedo de aceptar que nuestra visión de la realidad es limitada, y que en vez de adaptarnos para sobrevivir, preferimos mentirnos mientras nuestro alrededor se desmorona, al punto de tachar de orates a los valientes que enfrentan el desafío.
La historia trata sobre la villa Sotoba, un lugar tranquilo y aislado de la civilización adonde la familia Kirishiki se muda para ocupar una ostentosa casa, desatando con su llegada una serie de muertes asociadas con anemia que serán catalogadas como una epidemia. El misterio crece cuando el médico Toshio Ozaki escudriña en los síntomas y la progresión de la enfermedad, descubiendo variables que afectan su estado emocional y obsesionándose hasta profundidades que ni él hubiera imaginado. El amigo de Toshio, el monje Seishin Muroi, igual prestará atención a los acontecimientos, pero desde una óptica existencial que causará fricciones con el doctor; Natsuno Koide es el tercer protagonista, un joven inteligente que quiere escapar de "la aburrida villa", y al igual que los dos personajes anteriores, usa sus propias vías para llegar a la misma conclusión, la epidemia trasciende la cosmovisión racional.
Hay una lectura interesante que se plantea mediante el diálogo de un personaje, donde la villa aislada representaría a los japoneses (siendo Japón una isla con contacto limitado con el resto del mundo por mucho tiempo) y los vampiros a una otredad invasora, pues se les acusa de de romper las normas, las cuales, a pesar de que son reglas evidentes para toda comunidad, son enunciadas en el capítulo para enfatizar el modo en que Japón vive como sociedad. Visto de este modo, el vampiro invasor equivaldría al extranjero que corrompe el modo tradicional de vida del que los japoneses son muy celosos.
Hecha anime en el 2010 y basada en una novela de 1998, esta historia de vampiros rompe el molde con la evolución de su guión, subvirtiendo lo que esperamos a un punto que, cuando está por suceder algo importante, siembra la duda de si va a acontecer o será impedido, dejando una sensación de desesperanza, intriga y suspenso que no hace más que crecer conforme más nos aproximamos a un catártico y reflexivo final.
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