Bien se dice que no juzguemos a un libro por su cubierta, y Doki Doki literature club (DDLC) es de los máximos exponentes en ese ramo. Detrás de los agradables colores, las personalidades estereotípicas de adolescentes, una música inocente y una simulación de citas mediante escribir poemas, se encuentra un monstruo que acecha paciente, ungiéndonos bajo una capa de inocencia que, aunque sepamos antes de iniciar el juego que recorreremos terreno fangoso y terrorífico, bajamos la guardia ante su máscara y olvidamos que la historia no busca estimular fantasías de conquista juvenil, sino descubrir al leviatán que enarbola el caos que todos guardan detrás de nuestra versión superficial que deambula en la sociedad.
DDLC pertenece al género de novela visual, un híbrido japonés que conjunta música, fondos estáticos, imágenes de personajes con determinadas expresiones según la situación, toma de decisiones que puede afectar el rumbo de la historia y texto, mucho texto. En palabras muy coloquiales, un libro interactivo. Las novelas visuales llevan mala fama entre ciertos sectores pues un buen porcentaje apuesta por narrar historias donde el protagonista es un varón que se ve rodeado de mujeres con rasgos muy marcados y que son su potencial interés amoroso; esto sigue una fórmula que está organizada de tal modo que el jugador se identifica con el hombre y sienta que es él quien está enamorando a estos avatares.
Sayori, Yuri, Natsuki y Monika son las cuatro jóvenes que forman el elenco de DDLC, cada una con las ya mencionadas personalidades estereotípicas que hay en el ánime y manga, con conductas y momentos que en un principio no difieren de lo tradicional. Sin embargo, el juego aplica lo que las mejores historias de terror hacen, ir fracturando lo cotidiano con una sutileza y un ritmo pausado que complica que veamos a través de esas fisuras cuando no se sabe de qué va la narrativa (lo que se recomienda bastante con esta obra), las cuales nos resultará perceptible si lo jugamos una segunda vez, importante si queremos ver las pequeñas variantes del diálogo.
Y eso, el diálogo, es el corazón de toda novela visual, y DDLC no desentona. Las interacciones con cada una de las chicas provocan que independientemente de cuál se seleccione para conocer más sobre ella, surja el interés por querer platicar con el resto, pues sus personas saltan de la pantalla y conforme más leemos, más cobran vida en nuestras mentes. Esto se acentúa con las historias precuela que incluye esta nueva versión, que se aleja del factor miedo para contar un drama más convencional, matizado con una calidez y humanidad que da más verosimilitud y abraza la regla del escritor de fantasía Brandon Sanderson, que dice que si puedes imaginarte con un personaje ficticio sosteniendo una conversación fuera de la obra, estás ante una buena caracterización.
Lo que ha llevado a DDLC a trascender más allá de otras novelas visuales y tener popularidad, no es el hecho de que la versión inicial fue gratis, sino que Dan Salvato, el creador de la obra, hizo esto por amor al género, vertiendo en su trabajo todo lo que le gustaba y aportando una vuelta de tuerca que nadie esperaba. Se nota igual que no hizo el guión por mero fanatismo, las sutilezas con que el conflicto inicial va asomando gradualmente son una muestra de que conoce cómo se desenvuelven estos temas en la realidad, que no se necesita grandilocuencia o eventos espectaculares, sino que siempre ocurren entre las charlas del día a día, en las acciones, en esos momentos en que nuestros amigos y conocidos actúan de modos imprevisibles, mostrando algo que nos siembra una duda, que nos deja una astilla que no entendemos cómo llegó ahí, cómo quitarla... Ese leviatán que habita detrás de la máscara.
Si a lo anterior agregamos que Dan experimentó con la narrativa y la fórmula de la novela visual de maneras poco previsibles hasta para el más versado en esta categoría, nos encontramos ante una obra cuya propuesta es excepcional en el medio, una historia que se ha ganado su lugar a pulso por la calidad y técnica, y que aunque suene repetitivo por parte de todos quienes lo han experimentado, no hay que dejar de remarcarlo, es mejor vivirlo sabiendo lo mínimo.
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