El tejido inocente y dirigido a una audiencia joven que muestra Princess Tutu en sus promocionales dista por mucho de lo que es. Este anime trata dentro de su estética colorida de cuento de hadas, temas como el destino, la identidad, la obsesión y objetificación del otro, la oscuridad en nuestros corazones, las complicaciones de las relaciones humanas, y hasta temas de meta-narrativa que hablan sobre los autores como creadores de mundos y nosotros como consumidores de éstos.
La historia va sobre un mundo donde un príncipe ha fracturado su corazón en varias partes para sellar a un cuervo maligno, quedando como una persona sin sentimientos; para restaurarlo, Ahiru, un pato, recibe un amuleto por parte de Drosselmeyer, el demiurgo del mundo, que le permite convertirse en humana y a su vez en Princess Tutu, cuya misión es recuperar los fragmentos del corazón del príncipe y reestablecerlo. Pero la misión no es fácil, Fakir y Rue, dos amigos cercanos del príncipe Mythos se interpondrán en el camino de Ahiru para evitar que cumpla el propósito y se ciña al guión que Drosselmeyer ha escrito para ella y cada uno de los personajes de esta historia.
Cada episodio inicia con una pequeña narrativa al estilo de un cuento de hadas, y que envuelve más al espectador en la atmósfera maravillosa y onírica donde los conflictos se resuelven mediante bailes de ballet, con diálogos y ángulos dignos de una presentación teatral. Hay quienes catalogan a Princess Tutu en el género de Magical girl o Mahou shoujo, debido a la transformación que tiene Ahiru y los poderes que adquiere cuando cambia de forma, y en efecto, tiene varias características de este género, pero encajonarlo ahí limitaría lo que abarca el relato.
La historia consta de dos arcos, cada uno tiene su propia meta, pero ambos comparten el mismo desarrollo, donde los primeros episodios tomarán el formato de "el villano de la semana", exponiendo a un personaje extra al cual Princess Tutu salvará de su pesar, para luego desviarse de esta fórmula y adquirir más continuidad entre capítulos para llevarnos a una conclusión frenética que nos mantendrá deseosos de saber cómo terminará.
El ingrediente que crece poco a poco es el de la meta narrativa, en un principio se nos da por sorbos, con un Drosselmeyer dando sus opiniones sobre lo que transcurre en su mundo y cómo la historia debe de evolucionar para que, nosotros lo espectadores, nos mantengamos interesados en ella y no nos aburramos, plasmando no tan solo el cierto grado de sadismo de los escritores contra sus personajes, sino también nuestra atención al consumir estas historias, y cómo nos mantenemos pegados a éstas con tal de conocer cómo los protagonistas superan los obstáculos. Pero no termina ahí, la evolución se acentúa conforme más nos aproximamos al final, abordando incluso los tipos de escritores que hay (los que abogan por la esperanza o la tragedia, los que titubean ante su obra y los que la avanzan sin miramientos, los mecánicos y los que descubren), y cómo las historias se entretejen para darnos posibles finales.
El destino y la identidad de una persona son primordiales acá, pues los personajes se ven siempre atados a la voluntad de Drosselmeyer, el demiurgo que les asigna su rol en la historia y del cual se supone no pueden escapar. El amor igual es crucial en la historia, la identificación de la potencial pareja como un otro independiente de uno es cuestionado en varias ocasiones cuando se le objetifica y se vuelve algo que hay que poseer para cumplir un propósito o un capricho.
Un anime que muestra que la pluma es más fuerte que la espada y que el arte es una forma de expresarnos, Princess Tutu es una joya que ha pasado desapercibida para muchos en parte debido a su estilo, combinar Magical girls, con ballet, con elementos oscuros del corazón, con meta narrativa y cuentos de hadas, es una proeza, una que nos muestra cómo podemos apegarnos a una historia, y a sus personajes cuando éstos se libran de los hilos de su demiurgo y cobran vida dentro de nosotros, mostrando igual que por difícil que sea, debemos de separarnos de sus mundos, pues alargarlas las historias les arrebataría el sentido, y nos alejaría de la realidad a la que debemos de regresar.
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