After Yang es de las películas que no es para todo mundo, lleva un ritmo muy pausado, sus reflexiones no son enunciadas explícitamente por los personajes, y no hay una tensión que mantenga al filo del asiento. La narrativa es más contemplativa, filosofando sobre lo que significa la familia y perder a alguien.
La historia se desarrolla en el futuro no muy lejano y arranca cuando Yang, el techno-sapiens (así es como se llama a los cíborg) de la familia que cuida a la hija, se descompone y se apaga. Mika, una niña adoptada quien tenía en Yang a un hermano mayor que le permitía reconectarse con sus raíces chinas, entra en crisis al ver que no se mueve y no reacciona. Jake, interpretado por Colin Farrell, se embarca en una búsqueda para reparar a Yang, topándose con obstáculos que señalan lo inevitable, no hay forma de despertarlo y habrá que lidiar con las consecuencias de perderlo.
La película centra su atención en la percepción que tenemos de los otros. El racismo persiste en esta sociedad, donde los clones son una otredad que está permitida, pero no todos están de acuerdo con ello, siendo Jake un ejemplo al sentir aversión por ellos. Mika también se consideraría una otredad al ser adoptada y de otra nacionalidad (de hecho en el cuento original de donde se basa la historia, se establece que hay racismo contra los orientales, aunque esto no se aborda en la película), y Yang pasa por lo mismo, al ser una combinación de orgánico y electrónico que se integra con los humanos.
Yang pasa por la familia como un ayudante que saca de apuros a Jake y su esposa, Kyra, a quienes el trabajo los absorbe y les arrebata tiempo para pasar con su hija. Cuando pierden a Yang y tienen la opción de ver a través de sus memorias, no tan solo se dan cuenta de que el techno-sapiens desarrolló una personalidad que trasciende su condición no humana al apreciar la belleza en el mundo y los momentos importantes con sus allegados, sino que también era alguien fundamental en su dinámica familiar, y que su pérdida es como la pérdida de un ser querido. Y es que este descubrimiento de Jake y Kyra ya es un debate que se encuentra sobre la mesa, si las máquinas alcanzaran algo parecido a la humanidad, ¿qué repercusiones tendría en nosotros y nuestra forma de percibirlos?
Un elemento que se encuentra silencioso en la película pero que vale la pena mencionar, es que si nos encontramos en una sociedad donde la clonación ya está permitida, si unos padres pierden a un hijo, éstos pueden crear un clon para "escapar" del dolor de la pérdida (aunque claro, esto es mucho más complejo, tomando en cuenta que un clon no tendría las mismas experiencias de vida que definían a quien murió y su personalidad no sería exactamente la misma). ¿Pero qué ocurre si pierden a alguien de quien nunca podrán tener una copia? Tal como sucede con Yang, que no hay forma de despertarlo, y es aquí donde la familia enfrenta algo que es parte de nuestros días.
El cuento en el que se basa la película (Saying goodbye to Yang de la colección Children of the New World de Alexander Weinsten) puede ser leída sin problema puesto que tiene un enfoque distinto, aparte de que aporta información omitida en la película que complementa cómo funciona el mundo donde ésta se desarrolla.
A24, la casa productora detrás de la película, lo hace de nuevo y presenta una historia contemplativa, filmada con mucho cuidado en tonos apagados, y que es apropiada si buscan ciencia ficción que invita a razonar sobre lo que ocurre ahora y lo que nos depara.
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