Phil Tippett ha ganado el reconocimiento de la academia y es el creador de los efectos especiales de Jurassic Park, Robocop y Star wars, por mencionar sus más famosas. Mad god es producto de 30 años de ideas, pesadillas, y grabaciones financiadas por el público, o por su cuenta. Hecha junto con amigos y conocidos en su tiempo libre, este filme pareciera el capricho de Tippett para ir en contra de los guiones formulaicos de la industria, a los cuales critica con énfasis, explicando que los productores piden que para tal página cumplas con ciertos requisitos en tu obra o será rechazada. El largometraje no es solo una miscelánea de ideas, también le ha servido para lidiar con su depresión, la cual confiesa, fue el motor en muchas ocasiones para agregar nuevas escenas.
Mezclar casi todo lo que se te ocurra a lo largo de tres décadas dificulta crear una narrativa sólida, a menos que estés dispuesto a editar y borrar ideas que en el pasado te resultaron atractivas pero que luego colisionaban con las nuevas. Para que funcione, Mad god se convierte en un espectáculo de simbolismos y alegorías que tira por la borda lo convencional, siendo difícil seguirle el ritmo a menos que uno sepa en lo que se está metiendo, una serie de imágenes grotescas y surrealistas con ningún diálogo o letras de por medio, salvo citas del Levítico al inicio. Lo más próximo a una narrativa sería que seguimos al "personaje principal", llamado el asesino, quien
desciende a realizar un trabajo en una tortuosa sociedad de almas malditas que simulan al infierno. Está tan marcado cómo es el filme, que los primeros quince minutos son suficientes para decidir si el espectador podrá terminarlo.
Lo que es destacable es la estética, una combinación de stop-motion, gráficos por computadora, animatrónicos y personas reales, que se amalgaman en pantalla y forman un ecosistema donde la carne, lo computarizado y lo inerte conviven como uno solo. La imaginación de Tippet con las criaturas que diseñó no tiene parangón, y es tan vasto el alcance que se identifican varios estilos que recuerdan a los trabajos de H.R. Giger, Jan Svankmajer, Adam Jones y los videos de Tool, y finalmente los hermanos Quay.
El gore y la violencia están a la carta, y a pesar de que ésta sea ejercida pocas veces contra un humano, no impide que la respulsión aflore en nosotros por cómo es presentada. El carácter sexual no es predominante, pero sí hay simbolismo en las criaturas o tomas que aparecen tras las sombras. Con todo y esto, un repelente para los más conservadores, es innegable la calidad y alcance de Tippet para integrarlo y elaborar la imagen del mundo devastado donde se desarrolla la historia, algo único en la cinematografía, un delirio personal donde hay menciones hasta el hartazgo de cómo el ser humano es tratado hoy en día por el mundo, como un producto reemplazable cuya función es producir y consumir hasta que el cuerpo ya no aguante y sea desechado, o que por el bien del sistema, muera en el trayecto.
Mad god es una élícula de nicho que apenas dura más de 80 minutos y que posiblemente se ganará el estatus de culto en los años por venir. Presentado antes como cortometrajes, el filme es una apuesta que Shudder se ha encargado de traer al streaming y que es apropiada para quienes deseen alejarse del terror más tradicional.
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